domingo, 13 de julio de 2008

AL SUR DE TU OROGRAFÍA





Ocurre que todos los días me asombra la belleza, me atraviesa de punta a punta sin permiso como un turista de cayuco sin visado atraviesa el estrecho, 14 kilómetros, un mar entre dos mundos que difieren en poco si se mira el interior.


Con el paso de los años, esa belleza me ha hecho cambiar. Las huellas del tiempo desaparecen con el viento, me transforman en un sinfín de prosaicas experiencias aderezadas de versos laberínticos. El desierto borra las pisadas, pero bajo la arena me siguen, cabeza abajo y sin sentido aparente.


He buscado a través de los años un sueño profundo, más allá de la indeterminación de la tierra baldía; sólo encontré paz en las alturas, esas cimas en las que a veces me encaramo para observarte sin ser visto, entre los riscos de la memoria, en la verticalidad de tu sonrisa transparente.


Soy un día de julio nervioso por tu ausencia, aturullado, herrumbroso, magnetizado en busca de tus polos, donde un chascar de dedos atraviesa la luz y da sentido al principio de las cosas.


No existe mayor sueño como navegante que recalar en tu regazo, al sur de tu orografía, recorrer centímetro a centímetro tu cuerpo para poder trazar un mapa preciso donde la latitud expande pensamientos, y la longitud me lleva al atardecer de tu espalda. Y es que en tu espacio, la gravedad no entiende de coordenadas, y vertiginosamente me precipito hacia tus labios, hacia tus valles, tus montes y tus bosques, hasta completar el mapamundi de mis sueños.


Geógrafo, autodidacta de tu cuerpo, explorador, en blanco y negro te pienso buscando tus claroscuros. En mil colores me vuelves, me das vida y me apaciguas. Que el viaje de los años te trajo a mi, y a mi hacia ti, y es muy triste buscar sueños más allá de tus palabras.