martes, 20 de mayo de 2008

ARIADNA Y EL MINOTAURO



Ariadna dejaba un rastro de migas de pan para que el Minotauro, que sólo comía carne, no las engullese. Todos los laberintos deberían de tener ese rastro de escape hacia la realidad, un hilo conductor que nos devolviese hasta nuestros sueños y pasiones, como un nudo gordiano que una vez liberado nos diese la solución a todos los problemas.

Sólo el inciso de advertir sobre el peligro del Minotauro, agazapado en espera de algo más que unas simples migas, y acariciando con la imaginación la carne que ha de ser suya antes del amanecer.

Regresad de mi laberinto, pues las puertas se destruyen con el tiempo...